miércoles, 3 de octubre de 2012

"THE CALL OF SHIVA, VOL. 1" (Indra, 2005)



No deja de resultar significativa la influencia que ha tenido la música minimalista en la electrónica popular de principios de los 70 (sirvan como ejemplo los pioneros Mother Mallard's Portable Masterpiece Company, el primer grupo en utilizar sintetizadores) y, más concretamente, en la electrónica secuencial surgida en Berlín. Ese fraseo en ostinato tan característico del Minimalismo, tal y como se puede apreciar en obras de la envergadura de "The Well-Tuned Piano" (La Monte Young), "Piano Phase" (Steve Reich) y, muy especialmente, "Music with Changing Parts" (Philip Glass) o "A Rainbow in Curved Air" (Terry Riley), puede llegar a inducir al oyente a un estado de trance, provocando un cambio en su consciencia. No es de extrañar, por tanto, lo influidos que estuvieron muchos de estos compositores por tradiciones musicales asiáticas tales como la balinesa. 

 

En los psicotrópicos, alucinógenos e hipnóticos viajes secuenciales característicos de la música electrónica berlinesa también se puede experimentar ese mismo estado de "trance" al que antes hacía referencia gracias nuevamente a la repetición de determinadas estructuras de notas, si bien en este caso están grabadas y "secuenciadas" electrónicamente. Por ese motivo, no resulta del todo extraño que músicos de profundas inquietudes espirituales encontraran en la "Berliner Schule" el lenguaje más idóneo para explorar y ahondar en dichas inquietudes. Músicos como Kitaro... o el que nos ocupa, el rumano Dan Bozaru con su proyecto Indra.


Nacido en 1961 en Drăgășani, una ciudad rumana perteneciente al distrito de Vâlcea, el joven Bozaru empezó en el año 1976 a estudiar percusión en la School of Art de Iaşi, movido por una innata fascinación por el ritmo y sus formas de expresión: "In my opinion, the rhythm is most important, as well in music as in everyone's life, because it represents the energy's pulsation and vibration (...) The melody itself is born as an organic response being based on the rhythm's evolving structure which makes it magical and mysterious (...) through music and rhythm we can influence in a beneficial way our perception, our psychic states, our moods and of course our health". Bozaru pasa así a formar parte de ese nutrido grupo de músicos electrónicos con un background como percusionistas.

De la percusión pasó, un año después, a la guitarra, colaborando posteriormente como guitarrista en varios grupos de folk y rock, tales como Rocking o Echo. Su estilo estaba influido por el de David Gilmour, guitarrista (entre otras labores) del mítico grupo de rock progresivo Pink Floyd: "The progressive approach to music was simply born from the desire of expressing something more sophisticated and elaborated than the standards of the 70s". Esta etapa permitió al músico experimentar con los distintos efectos sonoros que conseguía sacar de la guitarra eléctrica gracias al uso de los pedales: "My solos on the guitar were somewhat 'slow-hand', long sustained, with deep vibration and echo, dominant and rather melodic. I often tried different strange effecf using the effect pedals and glissandos". 


A mediados de los ochenta, Bozaru comenzó a estudiar filosofía oriental y a practicar yoga, lo cual influyó de forma natural en el espíritu y el significado de sus obras: "When I came into contact and profound syntony with the wonderful oriental tradition, an infinitely more elevated spiritual stage began in my life". Y esa espiritualidad sería su mayor fuente de inspiración como músico, guiándolo a la hora de crear su música. El propio nombre de su futuro proyecto de música electrónica, Indra, hace referencia a una deidad mitológica hindú que ya gozaba de un importante papel en el primitivo hinduismo védico. Era conocido como el dios de las tormentas, y por tanto controlaba los fenómenos meteorológicos tales como la lluvia, el trueno y el rayo. Dicha conexión con las tormentas lo llevó a ser relacionado igualmente con la guerra.  Teniendo en cuenta la importancia que Bozaru le concede al ritmo en su música, esta "asociación" mitológica no podría, ciertamente, ser más acertada.

Lo más sorprendente es que, según declaraciones del propio músico, su vinculación creativa con la deidad védica surgió de una experiencia espiritual extraordinaria que marcaría decisivamente toda su futura actividad musical e inspiración. Al parecer, durante un largo período de "reclusión" entregado a la práctica de una "complicada técnica de yoga" el mismísimo dios Indra se le apareció en una clara visión, y le dijo que lo inspiraría para ayudar a la gente, mediante la música, a acceder a una dimensión más elevada de la vida, pletórica de paz y armonía. Y desde entonces Bozaru ha compaginado su labor como músico con la de escritor de obras esotéricas y relacionadas con el mundo espiritual.


A principios de los noventa el músico empezó a desarrollar una gran pasión por la música electrónica y la tecnología, aprendiendo de forma autodidacta (igual que con la guitarra) a tocar los teclados: "Essentially, I was interested in getting the most out of the instrumental capabilities of modern synthesisers. I wasn't a virtuoso, but the tones represented an almost infinite source for my inspiration and I was so happy to discover that this way I can express efectively my ideas in the music (...) Today I've realised there are no limits of expression when one uses the latest technology in electronic music. All that one needs is elevated inspiration and a lot of patience… Moreover, I am convinced that electronic music helped me understand the depths of the human nature". 

En el año 1993 Bozaru montó su primer estudio digital, en donde produciría, de forma independiente, su primer trabajo electrónico en solitario, titulado "Turning Away", y el cual iría ya firmado como Indra. Después vendrían tres más, "Kingdom of Light", "Parallel Time" y "Space". Un año más tarde firmaría con el sello Inter-Lotus, con el que produciría una serie de álbumes que le reportarían el reconocimiento de los medios especializados: "Plenitude", "Magic Collection 7", "Cosmic Sound", "Colosseum" y "Self Game". En 1995 grabaría tres trabajos más para el sello Digital Records y daría su primer gran concierto en la ciudad de Constanza. Y aquéllo no sería más que el comienzo de una larga y prolífica trayectoria como músico.


En un sentido estrictamente musical, las influencias de Indra tienen como obvios referentes la obra de Jean-Michel Jarre, Vangelis (del que Indra alaba su "creatividad y extraordinaria sensibilidad artística") y, sobre todo, los músicos de la Escuela de Berlín, principalmente Klaus Schulze, el cual le "mostraría" cómo explorar aquel fascinante universo sonoro, "enseñándole" algunos de sus principios básicos. Bozaru ha tenido siempre muy claro que, de todas las distintas manifestaciones de la música electrónica, ésa es aquélla con la que más se identifica y, por tanto, la más apropiada también para plasmar sus inquietudes musicales y espirituales: "The Berlin School style could be “the richest section” of EM. As a matter of fact, I consider it the most elevated style due to its power of expression whish is actually able to “shift” the human mental and psychic perception to their top (...) I think it also succeed in expressing in a  most accurate way the highest states of subtle perception and emotion".

Aunque la raíz de su música esté imbuida por el estilo de la Escuela de Berlín, la música de Indra va más allá, abrazando otras corrientes más o menos afines como el ambient o la new age, y aportando asimismo un componente más espiritual y emotivo a su música. Y es que, a pesar de su amor por dicho estilo, Bozaru es también consciente de sus "limitaciones", abogando por el desarrollo de una versión superior y "mejorada" de aquel legado heredado de los berlineses: "Old Berlin School style “sins” because of some “sterility” at the emotional level. The trance mental state, reachable when listening to a few typical Berlin School style music tracks, is not necessarily obtainable through long, monotone, sometimes tiresome and often not very suggesting repeated sequences (...) The ostinato is good, but it has to be used  in an optimum mode. I think I succeeded in  bringing this dimension of 'making things happen' in the Berlin School style, adding also a hint of melodic line, which has the role to connect the listener to his heart.


Un ejemplo representativo de esta nueva "versión" de la electrónica berlinesa propuesta por Indra lo podemos encontrar en la adrenalínica pieza incluida a continuación, titulada "Pole Shift", y extraída del álbum "The Call of Shiva vol. 1", sin duda alguna uno de sus mejores trabajos. Emocionantes patrones secuenciales envueltos en un cierto y ocasional aroma oriental invitan al oyente a cerrar los ojos y dejarse llevar por su embriagador sentido del ritmo, el cual da aliento a la música, propulsándola bien lejos, sin apenas conceder al espectador unos minutos de respiro durante sus más de diez minutos de duración. En resumidas cuentas, espectacular. 



Valoración del álbum: **** sobre *****

(Mi más profundo agradecimiento a Ismael G. Cabral (Chorro de Luz) y Pablo Freire (Audionautas) por su invaluable asesoramiento técnico en la redacción de esta entrada.)

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